Inundaciones 2014: medidas farmacológicas
Resumen del informe de la UNNE con motivo de inundaciones en el NEA. Tomado de: J. A. Coppo* y N. B. Coppo**.. Vet. Arg., Bs. As., 16(158) 1999:581-587.
La modificación más frecuente en los vacunos (casi del 50% de los casos) fue la disminución de glucosa en sangre, que en casos extremos llegó a 0.19 g/l. En segundo lugar se ubicó el cobre (37% de los casos), que en algunos ejemplares disminuyó a tasas de 10 ug/dl. Los indicadores bioquímicos de aporte nitrogenado (urea y proteínas totales) aparecieron deprimidos en el 10 y 5% de los casos respectivamente. Los valores investigados serían idóneos indicadores sanguíneos del estado nutricional, acorde a las opiniones de prestigiosos especialistas en el tema. En tal contexto y habida cuenta de los bajos niveles de glucosa (en las cuatro especies) y de parámetros vinculados al metabolismo nitrogenado como urea y proteínas totales (en bovinos), habría existido deficiencia energético-proteica, acompañada de hipocupremia en el ganado vacuno.
En otra comunicación detallamos que las albúminas estuvieron deprimidas en las cuatro especies encuestadas (entre el 28 y 37% de los casos), los triglicéridos fueron bajos en escaso porcentaje de vacas, caballos y cabras (6 a 8%), al igual que el fósforo inorgánico (2 a 11% de los animales). El calcio asumió niveles subnormales en el 58% de los equinos y 64% de los caprinos, 70% de los bovinos y 100% de los ovinos.
El análisis terminal del metabolismo proteico (la urea, disminuida en el 11 % de los bovinos), confirmaría su rol de mejor predictor nutricional que las propias proteínas totales del plasma (descendidas en el 5% de las vacas), como está descripto.
Llamó la atención el alto porcentaje de animales de las cuatro especies que ostentaban disminuida su tasa de azúcar hemático, pese a que los sueros sanguíneos fueron separados de los coágulos antes de las dos horas posextracción, como se recomienda para evitar falsas hipoglucemias.
Las secuelas de las inundaciones habrían terminado afectando unos 20 millones de hectáreas (más severamente a las provincias de Corrientes, Chaco y Formosa), porque el anegamiento y la escasez de sol disminuyeron el crecimiento de las praderas. Además, en muchas zonas hubo destrucción (podredumbre) de pasturas y no pudieron efectuarse la siembra de forrajeras de otoño ni la quemazón estratégica. Como consecuencia, los animales no dispusieron de suficiente alimento, especialmente en el invierno subsiguiente.
Los bovinos parecerían haber sido más susceptibles a la carencia de cobre (37 % de los casos) que el resto de las especies estudiadas (ningún caso). Las hipocuprosis son bien conocidas en vacunos de las provincias de Chaco y Formosa, así como en Corrientes, donde provocarían anemia, retrasos en el crecimiento, acromotriquia y fragilidad ósea. Tales déficits de cobre, en ciertos suelos estarían condicionados al exceso de molibdeno.
Existiría una estrecha relación entre las inundaciones y la deficiencia de cobre: los excesos hídricos en el suelo movilizarían hierro a partir de las concreciones ferromangánicas del subsuelo y el hierro competiría con la absorción de cobre a nivel de la raíz de la planta, resultando deficitario su contenido final en las pasturas.
Tales razones indujeron a que los organismos de control y prevención
aconsejaran la aplicación de cobre inyectable en el ganado de zonas
inundadas, así como la administración de vitamínicos y minerales (con
un mínimo de 6% de fósforo en la mezcla), suplementación con
forrajes energético-proteicos (semilla de algodón, pellets de citrus,
afrecho de arroz y otros disponibles en la zona a bajo costo),
acompañados de tratamientos antiparasitarios, vacunaciones y
práctica del destete precoz de los terneros.